Curiosidad, madurez, filosofía y psicología

Podría utilizar a Dios y lamentarme en su nombre de lo ocurrido, pero no creo en él.
Creer en Dios es superficial, es dar una fácil solución a problemas más complejos.
Sería echarle culpa de una muerta injusta, y si creyese en él a él le preguntaría el porqué y me consolaría pensando que si se los llevó es por que le harían falta.

Pero yo quiero llegar más allá. Él nunca me resolverá mis dudas, exista o no. Así que hay un amplio abanico de posibilidades del porqué de su muerte:
Podrían haber muerto para que yo, al perderles despertase. Despertase mi mente pensadora y creativa y quizás algún día llegue lejos “gracias a esto”.
Para que todos los recursos internos que tengo y que no tuve ocasión de emplear hasta ahora sirviesen para algo, es decir, para autorrealizarme como persona.

Eso no sería causa ni consecuencia de su muerte, sino algo que va más allá... ¿Una justificación? Tampoco...

Justificaría su muerte el que ya fuese su hora. Pero no quiero creer eso. Tenían demasiados proyectos y no creo que hubiesen llegado al “clímax”.

Pienso que debe haber un estado de sabiduría máxima. Un estado en el que llegas a ti mismo. A conocerlo todo sobre ti, a tu propio yo. A eso lo llamo “clímax”.
Es un estado muy poderoso que puedes alcanzar por tí mismo ya que está dentro de ti, y si esto que estoy mencionando fuese real controlaríamos todos nuestros actos, decisiones y casi todo lo que nos propusiéramos.
Sería maravilloso.

Yo quiero llegar a ese estado. Y se llega pensando, reflexionando. Es un estado de conocimiento supremo.
Aunque, no se puede conocer todo, siempre hay algo más que conocer, por lo que es un conocimiento pleno de ti mismo.

Alcanzar el estado de clímax significaría el autocontrol y la autodominación. La purificación del alma. El tope al que llegaste conociendo, el poder máximo que puedes tener. Es la autorrealización de tu ser.